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Cómo Superé el Cáncer de Seno

Este mes de octubre, en Santafé Medellín nos ponemos en Modo Rosa, uniéndonos para visibilizar y conmemorar la detención y lucha contra el cáncer de seno. Para hacerlo, queremos compartir un conmovedor texto escrito por María Isabel López, quien logró vencer la enfermedad gracias al amor de su familia y a la fe puesta en sí misma y en los profesionales que, según ella, le salvaron la vida.

Recuerda que tú también puedes ponerte en Modo Rosa, realizando periódicamente el autoexamen de mama (siendo hombre o mujer), aprendiendo a identificar lo que es normal en esta zona de tu cuerpo, para poder advertir posibles señales como masas, secreciones o engrosamiento de piel y recurriendo a tu médico si consideras alguna de estas señales como un potencial riesgo. Siempre convendrá una identificación temprana para prevenir posibles expansiones.

Te dejamos con el testimonio de María Isabel para que conmemoremos este mes del Modo Rosa, celebrando historias tan bellas como esta:

12 agosto de 2014, los árboles afuera del consultorio se mecían sin ganas en medio de un calor agotador, el doctor jugaba con su lapicero en la mano, lo que contrastaba con la expresión seria y casi lánguida que mantenía mientras me miraba a los ojos. Ya tenía una semana de espera por este momento, una semana de angustia, de pensar en qué pasaría si, de pintar muchos escenarios en mi cabeza; algunos tristes, algunos esperanzadores. Allá estaba.

Recuerdo cada detalle: los árboles, el lapicero, el cuadro de pequeñas barcas en un puerto, colgado justo al lado del diploma de oncólogo, el pequeño jardín zen que nunca había tocado y que decoraba una repisa en la que sobresalían las llaves de un auto. Recuerdo todo, porque ese día volví a nacer.

El momento en el que te dicen que tienes cáncer, es un momento, como menos, surrealista. Durante un tiempo permaneces aturdido, el golpe de la noticia te mueve con fuerza, pero intentas mantenerte con los pies en el suelo, en la realidad. Luego, viene un periodo de entender lo que realmente significa y de medir tu vida (y tu esperanza de vida) en función de tratamientos, revisiones, medicamentos y fe.

Para mí fue un renacimiento, porque ese día entendí que a partir de ese punto, viviría otra vida en la que sí tendría presente y latente, mi posible muerte. Contrario a como puede parecer, pensar en esa posibilidad, me ayudó a entender la vida como un tiempo de calidad que ganas y que no puedes desperdiciar ni por un segundo.

Desde ese día, entonces, mi objetivo fue ganarle más tiempo y más calidad a mi vida. Eso era lo único que siempre había necesitado y era de una lógica tan simple que casi me enojé conmigo misma por no haberlo entendido antes, por tener que esperar a este punto crítico para hacerlo.

A partir de este punto, dejé en manos de los médicos mi cuerpo y en manos de mi familia y amigos, mi alma. Sin ellos, médicos y seres queridos, no estaría escribiendo esto. Los primeros, pusieron todo su conocimiento y dedicación en cada tratamiento, cada sesión de radioterapia, cada revisión; los segundos mantuvieron mi esperanza motivada por las ganas de continuar disfrutando de mi vida junto a ellos.

Sin ellos y por ellos no tendría sentido esa lucha. Era una batalla que tenía que dar con mis mejores armas, y tuve la fortuna de que el amor estuviera de mi lado.

No fue un proceso mágico en el que me desperté luego de varios meses como si nada hubiera sucedido, mentiría si dijera que fue así. Pasé dolores indescriptibles, miedos, mañanas sin querer levantarme, debilidad, mareos, insomnios. El cáncer te lleva al extremo de tu capacidad física y mental, te pone contra las cuerdas y te desafía. La buena noticia es que puedes ser más fuerte que él. Lo realmente mágico es sentir cómo la fuerza del amor de quienes tienes a tu lado, se contagia y se transmite para sacarte una sonrisa, para motivarte a seguir por más que duela, por más que la debilidad te venza.

Durante este tiempo, mi cabeza siempre tuvo un propósito: permanecer optimista. Es increíble lo que el cerebro puede lograr, es un órgano muy poderoso que puede moldear al resto de tu cuerpo para cambiar tu percepción de casi cualquier cosa.

La preparación mental, acompañada de una familia y un grupo de amigos que preparaban actividades para distraerme, me trataban sin lástima o miedo, que permanecían optimistas conmigo y que estuvieron siempre para mí, me impulsaba a que continuara mi vida “normalmente”, a ellos les debo más del 70% de mi recuperación.

Luego de casi un año de batalla, después de una doble mastectomía que cambió por completo la forma en la que me identificaba físicamente como mujer y de ver partir a algunos compañeros de terapias, quienes con mucho esfuerzo luchaban contra su cáncer pero que su cuerpo no logró soportarlo, recibí victoriosa la noticia de que pudimos erradicar a las células cancerosas que alguna vez me habitaron.

Si sentir el apoyo de mis seres queridos fue la fuerza para superar mi cáncer de seno, celebrar que estaba fuera de peligro con ellos, fue el motor para que, esta segunda vida que hoy tengo el privilegio de vivir, sea la etapa más productiva, próspera, feliz y tranquila. Valoren todo lo que tienen con ustedes, a las personas sobre todo. Vivir vale la lucha.

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